Si te haces con una, cuídala como un tesoro. Las gabardinas no solo son ligeras, impermeables y estilosas, sino que también son versátiles, pudiendo usarlas con look formal o informal. Las hay de todo tipo y elevan el conjunto con casi cualquier cosa que lleves. Este tipo de prendas de abrigo surgieron, tal y como las conocemos ahora, en 1880 de la mano de Thomas Burberry, que ideó la gabardina de algodón con hilo impermeabilizado. Ligera, transpirable y a prueba de lluvia. Sus antecesoras fueron usadas por el ejército y eso hizo que su presencia ya fuera popular en las calles. Pero fue casi un siglo después, entre los años 1930 y 1940, cuando los actores hicieron suya esta prenda. Este abrigo pasó a ser una referencia de estilo. La prenda pronto tuvo su versión para mujer, y en los últimos años hemos visto cómo se ha hecho un hueco permanente en el mundo de la moda en varios estilos, cortes e incluso materiales. Veamos, en más detalle, sus posibilidades.
Las gabardinas son realmente versátiles. Dan empaque a cualquier look, pero eso no significa que no haya atuendos que exploten mejor esta prenda. Por supuesto, los conjuntos de traje y chaqueta están hechos para esta prenda de abrigo. Intenta que sus colores no sean saturados y que los motivos sean sutiles. Las blusas y camisas lucen especialmente bien con una gabardina. Sobre todo en invierno, cuando la llevas cerrada y el cuello de la prenda asoma. Si usas una gabardina clásica, elige faldas de corte recto o tipo lápiz o pantalones rectos, estrechos o de pierna ancha, pero no de pata de elefante o tipo palazzo. Si apuestas por pantalones de este tipo, entonces te recomendamos usar una gabardina corta (por la cadera). Con el cinturón abrochado, definirá tu cintura y creará un bonito contraste con la anchura del pantalón. La gabardina 'oversize' es la más agradecida para el día a día. Podrás usarla con sudaderas, camisetas, vaqueros, playeras, botas… Cualquier pieza de moda urbana o deportiva puede combinarse con este tipo de gabardina. Resumiendo:
Las gabardinas suelen estar confeccionadas en el tejido homónimo, que consiste en algodón impermeabilizado. Suelen ser de colores caqui, camel o negro. Alternativamente, las hay en colores azulados, verdosos o encarnados. Algunas tienen corte militar, con solapas en los hombros y doble botonadura, aportando un look más marcial. Otras son rectas y descartan el cierre cruzado y el cinturón característico para que tu look deportivo no se resienta. Las hay en otros materiales como el charol, que suele mostrar colores mucho más vívidos y que dan un toque moderno a tu atuendo. También las encontrarás en piel, que aportan un look orgánico ideal para combinar con prendas de colores otoñales como el beige, el blanco y el nude. ¡Hasta las hay de lana! Estas últimas pierden permeabilidad, pero ganan en abrigo y en formalidad. Ya sean más llamativas o más clásicas, una gabardina siempre se beneficia de colores apagados y suaves. Si tu look es colorido, procura que sean tonos pastel y que tu gabardina tenga colores crudos. Recuerda: estos consejos son solo una referencia, ¡no dudes en experimentar!